El domingo 11 de agosto al mediodía teníamos que superarnos de la presentación del año precedente. Transformamos un viejo wilis (todoterreno de monte casi único en la zona) en un caserío vasco. Pretendíamos representar la zarzuela "El Caserío" a nuestra manera. Pancarta, muchos instrumentos, caserío y animales de verdad (gallinas, ovejas y perro), dantzaris y cuadrillistas a mogollón, ruido bien amenizado también. Y hasta nos permitieron explicarlo todo por el micrófono. Teníamos veinte minutos y los estiramos hasta casi el doble. El grupo de danzas había preparado muchas, vistosas y nuevas danzas. Alargamos demasiado su exhibición y nos cortaron. El abarrotado público miraba más a las incontrolables ovejas y al esfuerzo inutil del nobel pastor que al arte y esfuerzo de los dantzaris con el enorme calor. También las gallinas correteaban asustadas a su aire.
Dicen que reconocer errores es de sabios. Nosotros sin serlo, hicimos autocrítica y algunos reconocimos que nos pasamos con las danzas. Era sólo una presentación de cuadrilla, supuestamente un máximo de media hora. Porque ya casi todos los mediodías de Nuestra Señora el programa nos metía dos horas de danzas vascas del grupo de la Diputación.
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